Colores brillantes, estruendosos, se escuchaban de esa manera.
Ruidos fuertes, suaves, después mas fuertes; una montaña rusa.
Voces graves y agudas.
Imágenes distorsionadas, no había lucidez, no había tiempo, el tiempo era absurdo y lo absurdo me estaba robando cada vez mas y mas segundos de mi tiempo.
Soles, diamantes, ambos brillaban de manera tan cegadora, se contemplaba un cielo tan claro, transpiración y taquicardía.
Se desvaneció, y volvía en sí, aferrandose a una irrealidad, aferrandose al sentimiento de renacer de cenizas para elevarse alto, vueltas y vueltas; era mejor de esa manera.
Presiónar en el pecho más fuerte que nada, ahora era el momento.
Se acabó, volvera solo si yo quiero.
Pupilas dilatas, oscuras y prenetantes...